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Inmunoglobulina Subcutánea (SCIg): más ventajas, más posibilidades

La experiencia en un hospital canadiense confirma los beneficios económicos de la terapia subcutánea en la infusión de inmunoglobulina. Es un ejemplo más que da cuenta de cómo impactaría exitosamente en las finanzas de los sistemas de salud un cambio en los tratamientos.

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Inmunoglobulina Subcutánea (SCIg)

Diferentes estudios, a lo largo y a lo ancho del planeta, están indagando sobre las posibilidades que ofrecen dos tipos de tratamientos para enfermedades causadas por las inmunodeficiencias primarias. Básicamente se trata de la infusión de inmunoglobulina intravenosa (IVIg), que suele realizarse de manera mensual en un hospital o centro médico, y la infusión de inmunoglobulina subcutánea (SCIg), que puede ser autoadministrada y es domiciliaria.

Dicen que las comparaciones son odiosas, pero en este caso son los informes realizados en distintas clínicas del mundo los que dan cuenta de las enormes ventajas económicas que posee la modalidad subcutánea para los sistemas de salud.

Uno de esos estudios se detuvo a analizar una experiencia concreta en el hospital St Paul’s en Vancouver, Canadá. En ese centro médico se exploró los beneficios económicos que posee el tratamiento SCIg sobre el IVIg, en el contexto del programa de infusión domiciliaria para adultos. Las conclusiones fueron abordadas en el artículo escrito por A. Martin, L. Lavoie, M. Goetghebeur y R. Schellenberg en “Transfusion medicine”, la revista oficial de la Sociedad Británica de Transfusión de Sangre.

Antes de adentrarse en sumas y restas sobre los costos de los tratamientos, el texto de la revista científica deja claro algo muy importante: no existen diferencias significativas entre la terapia administrada por vía subcutánea y el tratamiento intravenoso. Tanto la eficacia como los efectos secundarios son similares en ambas variantes. Así que, en ese aspecto, no habría razones científicas para ponderar un tratamiento sobre el otro.

Lo que sí pone en evidencia el informe de la publicación son las diferencias en los costos médicos directos asociados con ambas opciones de tratamiento durante un lapso de tres años. Las conclusiones fueron contundentes. En ese período de tiempo se estimó que el tratamiento subcutáneo tiene un costo de 1634 dólares por paciente, mientras que la terapia intravenosa en hospital implica un gasto de 6371 dólares por paciente. La diferencia es muy notoria: ni más ni menos que 4737 dólares. Pero, ¿de dónde surge tanta distancia en los costos entre ambos tratamientos? La principal diferencia entre las dos opciones radica en el gasto del personal médico, en especial, enfermeras. Obviamente, la terapia IVIg es mucho más cara que la SCIg. Durante el primer año de tratamiento, la opción intravenosa tuvo un costo de 1964 dólares mientras que la subcutánea sólo supuso un gasto de 520 dólares. 

En el artículo publicado en “Transfusion medicine” también se da cuenta sobre el impacto presupuestario que tendría para la provincia canadiense Columbia Británica si el 50% de los 456 pacientes adultos con enfermedades causadas por las inmunodeficiencias primarias cambiarán el tratamiento, es decir, pasarán de la opción intravenosa y hospitalaria a una subcutánea y domiciliaria. La reducción en el costo para el sistema de salud durante tres años sería de casi 1.100.000 dólares. De allí, los autores desprenden una última conclusión muy interesante sobre las siguientes ventajas que supondría el cambio de terapias: la posibilidad de reasignar ese dinero ahorrado hacia otros tratamientos y/o a la compra de insumos hospitalarios.